Hubo una época en que Martiño Rivas era omnipresente. Portadas de revistas, alfombras rojas, posters en habitaciones de adolescentes. Era el chico guapo de “El Internado”, el actor gallego que prometía comerse el mundo. Pero, como ocurre con las buenas historias, la suya tomó un giro inesperado.
Hoy, Martiño está, pero no tanto. Aparece, pero solo si tiene algo que decir. Su carrera no se ha detenido —al contrario, ha tomado una forma más auténtica, más suya—. Lo que ha hecho es algo mucho más radical: ha aprendido a desaparecer sin dejar de ser.
La fama temprana: una bendición y una carga
Corría el año 2007 cuando Martiño se convirtió en Marcos Novoa Pazos. “El Internado” no solo fue un éxito de audiencia, fue un fenómeno cultural. Y con él, la imagen de un joven con mirada melancólica y sonrisa tímida que pronto se vio convertido en un símbolo.
Pero la fama llegó demasiado rápido. En entrevistas posteriores, Martiño ha reconocido que nunca se sintió cómodo con la exposición. “No era capaz de disfrutar del reconocimiento. Me daba ansiedad que todo el mundo supiera quién era”, dijo en una entrevista con El País en 2020.
En aquellos años también trabajó en proyectos como Tres metros sobre el cielo, El don de Alba o Las chicas del cable. Siempre en primera línea. Siempre observado.
Londres, anonimato y formación
En 2015 tomó una decisión que pocos entendieron entonces: se marchó a Londres a estudiar interpretación en la prestigiosa Royal Central School of Speech and Drama. Lo que para algunos fue una pausa en su carrera, para él fue un salvavidas.
“Necesitaba reaprender, desapegarme de lo que creían que era”, contó en Icon El País en 2023. En Londres vivió de forma anónima, tomando cafés en paz, leyendo teatro en bibliotecas, subiendo a escenarios pequeños sin cámaras alrededor. Martiño no buscaba fama, buscaba raíces.
Durante esos años, rechazó varios papeles televisivos. “Sentía que si volvía, tenía que ser desde otro lugar. No quería repetir el ciclo”.
El regreso sin estruendo
Su vuelta al circuito español ha sido sutil, pero firme. En 2023 protagonizó Operación Marea Negra: Segunda temporada (Prime Video), en la que interpretó a un personaje oscuro, alejado de la estética que durante años lo encasilló. Fue una elección consciente.
También ha comenzado a trabajar en teatro con mayor frecuencia. Su participación en obras como Dribbling (2022) o La pasión de Yerma han mostrado a un Martiño más maduro, crudo, valiente. Nada de filtros. Nada de fórmulas.
No busca gustar. Busca expresar.
Un actor, un padre, un hombre discreto
En 2019 se convirtió en padre junto a la periodista y escritora Lourdes Montes. Y, como era de esperar, lo mantuvo en estricta intimidad. Durante más de dos años no se supo nada de su vida personal. Y cuando lo hizo público, fue con una simple frase en un festival: “Ser padre me cambió por dentro”.
Martiño no usa redes sociales de forma constante. No publica su día a día. No comparte imágenes de su hijo. No da entrevistas promocionales si no hay proyecto que lo justifique.
Para muchos, este tipo de discreción puede parecer frialdad. Para él, es coherencia.
El cine independiente y el activismo silencioso
Uno de los proyectos más personales que ha impulsado en los últimos años es su colaboración con el cine independiente gallego. En 2024 se espera el estreno de Auga Doce, una producción rodada íntegramente en gallego, donde Martiño no solo actúa, sino también participa en el desarrollo creativo.
“Quiero contar historias que tengan alma, que hablen de nosotros, de lo que somos cuando no hay cámaras”, declaró en el FICX (Festival de Gijón) en 2023.
También ha mostrado un interés creciente por causas sociales y medioambientales, pero sin grandes pancartas. Prefiere el gesto pequeño, la implicación silenciosa. En una charla reciente en A Coruña dijo: “Hoy me interesa más cuidar que demostrar”.
Relación con la prensa: distancia sana
Martiño no odia a la prensa. Solo aprendió que no necesita abrir su vida para contar buenas historias. “Durante años sentí que debía contar todo para ser interesante. Hoy entiendo que mi trabajo habla por mí”, dijo en Esquire España.
Esa postura lo ha mantenido al margen de titulares vacíos. No hay escándalos. No hay exclusivas. Solo trabajo. Solo arte.
Cuando concede entrevistas, lo hace con medios que respetan el ritmo y la profundidad. Nada de titulares clickbait. Nada de forzar declaraciones.
Un presente en equilibrio
Martiño Rivas no busca volver a ser aquel ídolo de los 2000. Porque ya no lo es. Hoy es un actor más libre, un hombre que ha aprendido a escucharse, a parar, a decir que no. Y, sobre todo, a caminar sin ruido.
No necesita la aprobación constante. No necesita aplausos a cada paso. Solo necesita seguir siendo fiel a ese joven que un día, entre luces de plató, sintió que se perdía.
Y que hoy, por fin, se ha encontrado.
Fuentes:
El País / Icon: “Martiño Rivas: ‘El éxito me asfixió'”
Esquire España: “El actor que aprendió a desaparecer”
El Mundo: “Martiño Rivas, de estrella juvenil a actor de culto”
RTVE / Teatro Español: “La pasión de Yerma, con Martiño Rivas”
FICX 2023, charla con creadores: participación de Rivas como ponente (sin enlace directo, pero referenciado en su intervención)